domingo, 19 de octubre de 2008

De la cultura del ego a la cultura del alma



Es el título de un libro de Patricia May - antropóloga chilena-, que estoy leyendo. Me ha parecido muy esclarecedor, ayudado a comprender muchas cosas que están ocurriendo, dentro y alrededor mío, siendo además muy esperanzador respecto del camino que estaríamos transitando como humanidad. Me hace feliz además, sentirme realmente parte de todo esto...
Les copio aquí una sección del libro:
LOS DESARROLLOS EMERGENTES DE LA CONCIENCIA

La Conciencia de la conciencia

Un número creciente de personas está manifestando un nuevo aspecto de la Mente, la Conciencia de la conciencia, que es capaz de observar los procesos del propio pensamiento.
Se trata de una metaconciencia, intrapsíquica en que no sólo nos preguntamos qué conocemos, sino que desde dónde conocemos, desde qué experiencias, emociones, conceptos observamos; o sea, cuáles son los filtros a través de los cuales construimos la realidad.
En este nivel nos experimentamos en una serenidad, claridad, ecuanimidad que nos permite ser testigos u observadores de nosotros mismos más allá de las ansiedades y aflicciones mentales de nuestra psiquis, es como si pudiéramos ascender a un alto monte donde el cielo es puro y el aire fresco y pudiéramos ver el valle donde se desenvuelve nuestra vida con total claridad.
Esto nos permite poner en duda nuestra manera de ver el mundo, nuestros rollos mentales, obsesiones, pensamientos repetitivos y ver hasta qué punto construimos nuestra realidad a tavés del lente con el cual observamos e interpretamos el mundo.
Desde aquí las personas comienzan a hacerse cargo de sí mismas, a prestar atención a sus pensamientos, al flujo de sus ideas, comienzan a comprender cómo modelan su vida. Se dan cuenta, por ejemplo, que siempre han mirado desde el papel de la víctima y han generado realciones, posiciones laborales, realidades de vida que una y otra vez le hacen sentirse o ser efectivamente abusada por otros; o se percatan de cómo cuertas creencias han modelado su vida, “la vida es difícil y dolorosa”, por ejempl. Ahí comienza el trabajo de liberación de los pensamientos limitantes o dañinos.
Recién aquí somos dueños de nosotros mismos y creadores de nuestra propia vida.
Con la autoreflexión estamos culminando la primera etapa de nuestro viaje, ser plenamente autoconcientes.

La Mente trascendente

En estos niveles profundos, la persona comienza a experimentar algo hasta entonces desconocido. Un nivel interior de silencio, donde no hay ideas compulsivas ni ansiedades, ni rellos, ni ruido mental-emocional; sino una nueva claridad, armonía y la certeza que somos seres espirituales en una vivencia física, que lo vivido tiene un sentido y que hay un fin mayor por el cual estamos vivos.
Así comenzará una apertura hacia aspectos antes insospechados de sí mismo, hacia realidades indeterminadas, intangibles, inasibles que al mismo tiempo la llevarán a entrar en contacto con la intuición que le habla de interconexión, de una Gran Armonía, de Totalidad en la cual todo existe y se manifiesta, ya no como una creencia, sino como una íntima vivencia de pertenecer y estar conducido por una conciencia mayor que trasciende su individualidad.

El yo integral

Ante esta nueva visión, la persona necesitará armonizarse. Desde el Observador tomará conciencia que su cuerpo, emoción y razón están bloqueadas, exacerbadas o desequilibradas y comenzará una etapa de trabajo integral que abarcará su corporalidad, sus emociones, su pensamiento y la sombra reprimida por el ego racional que hasta entonces predominaba.
La persona buscrá trabajar en conciencia de sus falencias: buscará grupos, terapeutas, lectuas; nuevos conocimientos que le ayuden a sanar e integrar todos los aspectos de sí. Contactará con su luz y con su sombra, con una valentía y un nuevo brío para verse y enfrentarse consigo misma, lo que le dará sentido a cada vivencia, a cada momento de su vida. Lo cotidiano cobrará encanto y el mundo aparecerá radiante ante un ser humano que ha despertado a sentir, vibrar, que comienza a sentirse sintonizado con la naturaleza, con los demás seres humanos, con todo, incluyendo el dolor.
Así como en la fase anterior el ser humano vive desde la razón y desde allí estructura el mundo y dirige sy vida, aquí todos los aspectos del yo estarán incluidos y pulsando al ritmo integrador de la Mente Inclusiva.
Cuerpo, emoción y razón por vez primera en la historia de la autoconciencia pulsarán armónicamente en una danza conducida por la Conciencia Integradora y Sabia. Así la persona comienza a identificarse con un nuevo Yo: integrador, inclusivo, amoroso, fuerte, creativo y concebirá a la razón, la emoción y al cuerpo como canales y vehículos de expresión de algo Mayor al servicio del Todo.
Con un cuerpo desbloqueado, con la bioenergía circulando armónicamente, con una riqueza emocional viva, con una razón y lógica actuante y con un eje estabilizador en el centro de la psiquis, tendremos a la persona integral o íntegra. Este camino ya lo están haciendo un grupo creciente de seres humanos.

Mente sistémica: El Yo Planetario

En la medida que el ser humano va dejando la coraza aprisionadora del ego y se va relacionando con los demás en forma fluida – ya no desde la imagen, el estatus, el rol, sino que desde un si mismo integral – donde no hay nada que fingir o esconder, donde no hay imágenes que guadar porque la persona se ha conocido y aceptado y así acepta también a los demás, se van generando relaciones definidas por la red, donde hay una retroalimentación sana, sin posesiones, ni grupos excluyentes, donde la información circula y, debido a la interconexión, las personas pueden vincularse con una trama de relaciones que traspasan el tiempo y el espacio.
Se abre un nuevo nivel de Conciencia que opera a un nivel global, de síntesis que ve aquello que une y liga a la diversidad de expresiones, culturas, pensamientos, orientaciones eligiosas y se relaciona con visiones globales que buscan el bien en general. La conciencia se expande del “nosotros” a “todos nosotros”, el mundo entero, la aldea global.

Mente holística: el Yo Kósmico

En este nivel de conciencia el Yo se vive como un vehículo o un canal de servicio y aporte al Todo, no como una postura intelecual o algo forzado, sino como algo completamente natural,
El sentido de la propia vida es servir a un proyecto que abarca a la tierra entera y a todos los seres. Se vive en una profunda responsabilidad hacia el proceso evolutivo como un Todo. La conciencia se conecta con el planeta como una totalidad. Se hace el tránsito desde la Conciencia planetaria a la Kósmica, se entienden las finas redes que entretejen las conexiones entre los niveles del Alma, la mente, la emoción y el estado concreto de las cosas en el mundo.
Se intuye una Ética universal. Se intuye una Totalidad que se manifiesta en todo esto, de lo cual todo emana y se va hacia una concepción Monista de la Divinidad, como la Vida de todas las vidas, como la Presencia inmanente, trascendente e incluyente de toda la manifestación en todos los niveles.
En este estadio se comienza a entrar en la Conciencia Pura, Total, en el Alma.
Hacia allá vamos....