A veces, o casi siempre, el destino de cada uno de nosotros me parece tan frágil, tan misteriosamente endeble, que me sube el llanto y me muero de piedad y de dulzura. Tal vez esté equivocada.
Tengo que dejar el psicoanálisis. Tengo que reconocer, de una vez por todas, que en mí no hay que curar. Y que mi angustia, y mi delirio, no tienen relación con esta terapéutica, sino con algo más profundo y más universal.
A.P. 10 de noviembre 1958
lunes, 16 de abril de 2007
Retrato Alejandra Pizarnik
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1 comentario:
Muy interesante...
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