lunes, 16 de abril de 2007

Retrato Alejandra Pizarnik

A veces, o casi siempre, el destino de cada uno de nosotros me parece tan frágil, tan misteriosamente endeble, que me sube el llanto y me muero de piedad y de dulzura. Tal vez esté equivocada.
Tengo que dejar el psicoanálisis. Tengo que reconocer, de una vez por todas, que en mí no hay que curar. Y que mi angustia, y mi delirio, no tienen relación con esta terapéutica, sino con algo más profundo y más universal.

A.P. 10 de noviembre 1958