Tiempo, espacio, ánimos, ritmo para escribir... creo que algunas cosas se mueven, aunque lentamente, en la dirección correcta. Precipitación no tiene por qué ser deseable: mejor esta cadencia... Me gusta poder conversar de algunas cosas, me gustan los gestos amables y el cariño que se siente, esa complicidad que a veces se encuentra, gratis, por ahí, sean presentes, virtuales, reales...
Quién dijo que sería fácil. Pero al menos se supone que otros nos rodeen, nos den existencia, ofrezcan oído, consuelo, cariños, compañía... ¿es así?
Lado A. Receptiva, agradecida, aun en el torbellino en el que me encuentro, es tanto lo que me sostiene, lo más: camino recorrido, profundidades que estallan en algo nuevo, experiencia de engendrar y crear-criar, amar, y el misterio y lo absoluto que hay en aquello. Mi yo se desmorona, ya no existió más y sin embargo, de la misma materia se nutre y renace... pedazo de mí, acaso soy, acaso he sido...? Lado B. lo que está en mis manos, en mi voluntad, en mi deseo, sueños y esperanza profunda... Qué hay con lo que no: confunde, enmadeja, enloda mis ánimos, tan delicados los estados que me afectan... pero bien, le da tonalidades a esto, movimiento. Duele, hiere, confunde, paraliza... pero así es la vida, me digo. Mis equilibrios, precarios, bellezas, efímeras. Triste. Hay quienes no entienden y quizás nunca entenderán de la tristeza que acompaña a la dicha, a la belleza. Y qué decir de lo verdaderamente trágico. Cuánto envenenan y siguen envenenando con el tiempo ciertas palabras, ciertas miradas ¿será reparable, acaso? Palabras que no puedo olvidar, palabras ciertas: es tan cierto desde la perspectiva del que no ama, del que no está dispuesto a ofrecer espacio, vida, dar de sí, ese sacrificio que quizás algunos solamente llegan a hacer por sus hijos, quizás porque son los únicos, de una cadena de poco saludables relaciones, que realmente lo han merecido...
... quedo atenta a otras ciertas, cercanas, dedicadas
palabras, miradas, conexiones,
Lado A. Receptiva, agradecida, aun en el torbellino en el que me encuentro, es tanto lo que me sostiene, lo más: camino recorrido, profundidades que estallan en algo nuevo, experiencia de engendrar y crear-criar, amar, y el misterio y lo absoluto que hay en aquello. Mi yo se desmorona, ya no existió más y sin embargo, de la misma materia se nutre y renace... pedazo de mí, acaso soy, acaso he sido...? Lado B. lo que está en mis manos, en mi voluntad, en mi deseo, sueños y esperanza profunda... Qué hay con lo que no: confunde, enmadeja, enloda mis ánimos, tan delicados los estados que me afectan... pero bien, le da tonalidades a esto, movimiento. Duele, hiere, confunde, paraliza... pero así es la vida, me digo. Mis equilibrios, precarios, bellezas, efímeras. Triste. Hay quienes no entienden y quizás nunca entenderán de la tristeza que acompaña a la dicha, a la belleza. Y qué decir de lo verdaderamente trágico. Cuánto envenenan y siguen envenenando con el tiempo ciertas palabras, ciertas miradas ¿será reparable, acaso? Palabras que no puedo olvidar, palabras ciertas: es tan cierto desde la perspectiva del que no ama, del que no está dispuesto a ofrecer espacio, vida, dar de sí, ese sacrificio que quizás algunos solamente llegan a hacer por sus hijos, quizás porque son los únicos, de una cadena de poco saludables relaciones, que realmente lo han merecido...
... quedo atenta a otras ciertas, cercanas, dedicadas
palabras, miradas, conexiones,
de esas dulces, confortantes, reparadoras
que estoy aprendiendo a desear...