Abajo cito parte de un artículo titulado "La fuerza del centro vacío", de Bert Hellinger, sacado de este sitio que he estado visitando y que tiene artículos de mucho interés.
Esto me hace mucho sentido en relación con distintas búsquedas y tareas en las que estoy y estaré. Resulta muy sorprendente además lo que describe de cómo opera la psicoterapia con constelaciones familiares. Definitivamente cada uno es parte de un saber muy superior que a la vez nos conecta como parte de un todo. También, me recordó este artículo a varios ejercicios y experiencias personales, y a parte de una letra de Cafe Tacuba que dice: si busco en el todo encuentro el sino/ liberar y disolver mi yo en el vacío. En lo personal, en este último par de años me he estado moviendo de un vacío molesto, triste y angustiante, a uno liberador, expansivo y feliz. Nada muy estable, en todo caso. La tarea no cesa.
El entendimiento
Un hombre quiere saberlo, por fin. Se monta en su bicicleta, se va al campo abierto y, lejos de lo habitual, encuentra otro sendero. Ahí no hay indicaciones, y así se fía de lo que con sus ojos ve delante de sí, y de lo que su paso puede recorrer. Le impele una cierta alegría de descubrir, y lo que antes más bien era un presentimiento para él, ahora se torna certeza. Pero después, el sendero termina a orillas de un río ancho, y el hombre baja de su bicicleta. Sabe que si aún quiere seguir más allá, tendrá que dejar en la orilla todo lo que lleva encima. Entonces perderá su terreno firme y será llevado e impulsado por una fuerza que puede más que él, de manera que tendrá que confiarse a ella. Y por eso vacila y retrocede.
Al dirigirse de nuevo hacia su casa, se da cuenta de que sólo sabe poco de las cosas que ayudan, y que le es difícil de transmitir a otros. Demasiadas veces le ha pasado lo de un hombre que sigue a otra bicicleta, cuyo guardabarros golpetea. Le grita:
-¡Eh, tú! ¡Tu guardabarros golpetea!
-¿Qué?
-¡Tu guardabarros golpetea!
-¡No te entiendo! -responde el otro- ¡Mi guardabarros golpetea!
‘Algo ha ido mal aquí', piensa. Luego pisa el freno y da la vuelta. Poco después, pregunta a un maestro anciano:
-¿Cómo haces tú, cuando ayudas a otros? Muchas veces vienen a verte personas, pidiéndote consejo en asuntos de los que sólo sabes poco. Pero después se encuentran mejor. El maestro le dice:
-No depende del saber, si uno se para en el camino, y no quiere seguir adelante. Porque busca seguridad, donde se pide valor, y libertad, donde la verdad ya no le deja elección. Y así va dando vueltas. El maestro, sin embargo, resiste al pretexto y a la apariencia. Busca el centro, y allí recogido espera -como uno que extiende las velas ante el viento-, si acaso le alcanza una palabra eficaz. El otro, al acercarse a él, lo encuentra allí donde él mismo tiene que llegar, y la respuesta es para ambos. Ambos son oyentes. Y aún añade: -El centro se distingue por su levedad.
2 comentarios:
El texto de Hellinger es maravilloso. No se si lo fue mas haberlo leido o descubrir que usaste mi foto para encabezar tus palabras.
Gracias y, nunca mejor dicho, dobles.
Gracias tambien porque, de alguna forma, acabamos de conocernos.
Jaime-David
Me he quedado congelada, como una niña, con este comentario...
No se si vuelvas a pasar por aquí, pero bien: aunque solo te descubrí en internet y buscando la foto adecuada al texto... ¡Te he admirado como artista!
Y quedo feliz, porque Sí, el texto es maravilloso, como este intercambio también lo es!
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